sábado, octubre 22, 2005

Esos terribles viajes espaciales (II)

Los credófilos que aceptan las dificultades que entraña un viaje interestelar replican que unos hipotéticos seres inteligentes alienígenas podrían disponer de otros métodos para desplazarse por el cosmos. Básicamente proponen dos: el uso de “agujeros de gusano” o del “hiperespacio”. Este último concepto surgió en la ciencia ficción para solucionar las evidentes limitaciones. De lo contrario, Kirk, Piccard, Archer o los avezados pilotos de Star Wars o Babilón 5 habrían vivido sus aventuras entre la Tierra y Plutón, lo que hubiese sido desastroso para la industria cinematográfica.

HIPERESPACIO
La idea general del hiperespacio consiste en la existencia de una región aparentemente invisible a través del tejido espacial, en el cual las limitaciones a la hora de alcanzar velocidades no sólo lumínicas sino superlumínicas no existírían. En Star Trek a estas velocidades se les denominaban “de curvatura” y permitirían viajes interestelares en cuestión de segundos. A velocidad de “impulso” el viaje se realizaría en fracciones de C.

Resulta más que curioso que el concepto de hiperespacio pueda salir a relucir de boca del maguferío, que es perfectamente consciente de que no es más que un recurso de la ciencia ficción, carente de base alguna.

Se podría especular mucho sobre la posibilidad de la existencia de algún tipo de canal hiperespacial y las conclusiones siempre serían las mismas. Supongamos, por ejemplo, que en esa región una nave espacial fuese inmune a determinados efectos mensurables por el contrario en el tejido espacial.

Examinemos cómo se comportaría ésta si se viese inmersa en un hiperespacio cuya principal característica fuese la ausencia de gravedad estelar. La nave espacial, así, actuaría como si estuviésemos dentro de la tierra pero no nos viésemos atraídos por la fuerza de su gravedad. Nuestro planeta se desplazaría a unos 30 km/s por el espacio sin arrastrarnos. Trasladando esta característica al espacio exterior, nos encontraríamos con que dado que la velocidad de nuestra galaxia es de unos 270 km/s, nos veríamos impulsados a esa velocidad. A todas luces, sería insuficiente quedar libre de las ataduras de la materia…

Por otra parte, examinemos también otra alternativa e imaginemos un hiperespacio en el cual, a modo de nueva y desconocida dimensión, la masa no existiese y fuésemos libres para movernos. En ese caso se plantean varios problemas graves. El primero sería que al no existir masa, nos dispararíamos a velocidades infinitas. Para frenar, por lo tanto, y salir de ese canal subespacial, necesitaríamos una energía también infinita. El problema es el mismo que el de la entrada anterior: ¿de dónde sacamos esa energía y dónde la almacenamos?.

Los menos fantasiosos intentan aportar posibilidades que curiosamente se basan en una presunción inicial de que esos viajes ya se están dando en el cosmos. Sin la más mínima evidencia como base, plantean probabilidades que pudiesen subsanar los problemas que plantean este tipo de trayectos.

AGUJEROS DE GUSANO
Los agujeros de gusano surgieron no ya para explicar la posibilidad de largos viajes interestelares sino por la lógica derivada de las posibles formas del universo. Desde hace tiempo se ha especulado con que éste podría tener una forma curva circular, de silla de montar, etc…

Resumiendo, supongamos un universo con una forma curva parecida a la de la imagen. El agujero de gusano consistiría en el túnel marcado en color rojo. Es más comprensible si imaginamos un trayecto en avión alrededor de la Tierra: tardaríamos unas 50 horas en darle la vuelta. Sin embargo, apenas necesitaríamos 16 si decidiésemos atravesarla por el centro. Aunque parece que nos movemos en línea recta, en realidad trazamos una curva, pues.

No obstante, esta teoría ha sido recientemente descartada tras los últimos descubrimientos. Gracias al estudio de la radiación de fondo de microondas, sabemos que el universo es plano, se expande continuamente y nunca llegará a contraerse dado que la fuerza de su gravedad interna no es suficiente para retener el avance de las galaxias y estrellas.

Con un panorama plano, ¿qué atajo encontrarían los alienígenas?. Aún queda otra posibilidad que algunos promulgan, y que consiste en algún método para contraer el espacio. Veamos sus posibles consecuencias.

A LO BABYLON 5
Imaginemos un trayecto Sol-Próxima Centauro, a 3,7 años luz según los últimos datos de los que disponemos. Como la materia es una forma de energía, es de suponer que aplicando suficiente cantidad de esta última se podría conseguir una gran gravedad, equivalente a la de grandes astros o quizá, agujeros negros. Así, el tejido espacial se retorcería sobre sí mismo en una proporción x y nuestro trayecto sería más corto.

Primeramente deberíamos preguntarnos si esto es posible, y si lo es, cómo es que nunca hemos detectado la boca de ese túnel dentro de nuestro sistema solar o en sus alrededores. De hecho, tanta energía sería perceptible incluso si el túnel tuviese su acábose en las cercanías de otras estrellas. Cualquier pedrusco interestelar, igualmente, caería inevitablemente a nuestro túnel y saldría de él con la suficiente fuerza como para destrozar cualquier cosa con la que se encontrase, incluida lógicamente nuestra nave espacial en su trayecto.

La segunda cuestión es que una gran energía, y por lo tanto una gran masa (que es el principio teórico base de este tipo de túneles), perturbaría gravemente las trayectorias de todas las estrellas circundantes. Sus efectos serían, de hecho, comparables a los de un agujero negro.

Por otra parte, para generar un túnel de estas características se necesitaría una energía similar a la presente en un agujero negro. Es decir, al menos la de una estrella cinco veces más masiva que nuestro sol. ¿Alguien vió desaparecer una sola de las estrellas más cercanas a éste?. Ello implica que, de poderse hacer, nadie lo ha hecho aún al menos para viajar a nuestro planeta.

¿Sería un túnel permanente o habría que sacrificar una estrella para cada viaje?. Si fuese permanente, sus efectos serían devastadores. Y si se tratase de algo temporal, como se ha dicho ya nos habríamos dado cuenta de su uso…

Igualmente si existiesen otros fenómenos capaces de romper el tejido espacial de modo similar a cómo lo hace un agujero negro probablemente ya los habríamos detectado, ya que la energía necesaria para ello puede percibirse desde millones de años luz.

No hay atajos, pues, para viajar por el cosmos.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Un artículo muy bueno y entretenido. Eso si, creo que estaras de acuerdo conmigo que todo esto es imposible con la ciencia que conocemos hoy.
Puede ser que dentro de x años haya descubrimientos que permitan estos viajes...
Solo hay q ver como cambia el mundo cada año, para darse cuenta, de que podemos estar equivocados.

Un Saludo y sigue asi.
Ernesto

6:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me animo a escribir este comentario que implica reconocer mi ignorancia en la materia porque más allá de las pruebas empíricas que señalan que el universo se expande sin límite, hay una cuestión conceptual en esa realidad que me repugna, y por lo visto en tu blog te creo lo suficientemente sensible como para darme una respuesta razonada si llegas a revisar esta entrada alguna vez. En definitiva, me planteo que el inicio del universo, el famoso big bang, comunicó a sus partículas una velocidad que debió extraer de la energía que poseía como consecuencia de la inmensa presión gravitatoria al estar toda la materia concentrada en un sólo punto y sin embargo ahora esa misma fuerza gravitatoria es incapaz de frenarlo. Sé que la exposición es muy basta y probablemente hiere la sensiblidad de cualquier persona con formación en física, pero creo que es la conclusión a la que llegamos la mayoría de los profanos. Supongo que ello es posible porque en la situación incial no hay distancias y la presión gravitatoria puede hacer un gasto en energía muy superior a su capacidad gravitatoria actual, ya que ahora sí que existen las distancias. Lo que me repugna más que ese cúmulo de ideas probablemente erróneas es pensar que el universo se sigue suponiendo que estuvo concentrado en un punto en un "primer momento", y me resulta inevitable pensar que eso del "primer momento" no puede ser más que una convención porque en tal estado del universo es imposible saber lo que hubo antes (al menos desde el campo de la ciencia). Por lo tanto sólo cabe divagar, y lo primero que viene a la mente es pensar que toda la materia se concentró en un punto por acción de la propia gravedad, es decir, que ya antes había estado dispersa (como ahora). Pero llegó a reunirse, propiedad de la que ahora parece carecer. ¿Por qué? ¿Qué ha provocado ese cambio del caos-ciclo al caos-fuente? Una sola y delirante hipótesis me salva del abismo: una red de universos semejantes explotan sincronizadamente en una topología adecuada (Por cierto, ¿cuál podría ser esa?) y se expanden aparentemente sin límite, excepto porque llegarán a encontrarse y sumarán así la materia a la distancia necesaria como para volver a empezar (aunque alternando sus ubicaciones iniciales sobre dicha topología).
mordecad@telefonica.net

2:33 a. m.  

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