Ni extraterrestres ni anunnakis (III de V)
Continúo con esta serie de análisis sobre la obra "El 12º Planeta", de Zecharía Sitchin.
En la página 154 se nos habla de la Torre de Babel en unos términos inauditos. La realidad es que esta leyenda parece tener su verdadero origen en la construcción del zigurat de Marduk en Babilonia, y el asunto de la confusión del lenguaje de los hombres pudo deberse a que el vigente gobernante usó mano de obra procedente de otros imperios de la zona.
El relato nos cuenta la soberbia y pretensión de unos hombres que quisieron hacerse famosos, fabricarse un “nombre”. Pero Sitchin va más allá y trata de persuadir al lector de que el término hebreo usado, “shem”, no era más que un ¡cohete! de varias fases, y no un “nombre”. Para ello, recurre a los orígenes de la palabra, que deriva del “sham” acadio (“nombre”) y del “mu” sumerio. Una vez llegados a ese punto, Sitchin establece que el pictograma sumerio originario se parecía a una cápsula espacial y que la palabra realmente tenía la connotación de “aquello por lo que se le conoce a uno”.
Primeramente tenemos que detenernos en el pasaje bíblico para comprender bien lo que nos narra, con su típica fantasía:
Génesis 11:4
“Después dijeron: Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra”
El “hagámonos famosos”, o “hagámonos un nombre”, no tiene explicación para Sitchin. El factor vanidad humana parece no existir para él. Hacerse un nombre; hacerse famoso, gracias a la construcción de un gran zigurat: ese era el objetivo de los babilónicos con su megaconstrucción dedicada a Marduk. Ser una civilización magnífica. Y lo consiguieron, ¿o no?. Y eran tan odiados por los judíos debido al trato al que fueron sometidos, que nació la historia de una respuesta divina. Pero si tan sólo se trataba de una torre, se pregunta Sitchin:
“¿Por qué la deidad consideró el hacerse un nombre como una hazaña tras la cual nada de cuanto se propongan les será imposible hacer?”
Y pregunto yo:
“¿Por qué demonios hay que estimar real esa historia sobrenatural?”
Ni dios bajó, ni la torre evidentemente iba a tocar los cielos. Al final del Enuma Elish se narra la construcción del zigurat, y dado que los judíos se basaron en él para escribir parte de la Torah, ese final no era el más adecuado para un pueblo, el babilónico, considerado maldito.
Para los que aún no estén convencidos, baste observar ciertos detalles. Sitchin se pregunta para qué demonios iban a querer los obreros “poner un nombre sobre una torre”. Pero eso NO es lo que dice el relato. Veamos las diferencias:
SITCHIN
“Vamos a edificarnos una ciudad Y una torre cuya cúspide alcance los cielos, y hagámonos un shem (nave espacial) no sea que nos desperdiguemos por toda la faz de la tierra”
GÉNESIS
“Vamos a edificarnos una ciudad Y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre no sea que nos desperdiguemos por toda la faz de la tierra”
¿Quién habla de “poner un Shem SOBRE la torre”?. De lo que se habla, y Sitchin tergiversa, es de UNA CIUDAD (Babilonia, de la cual derivó “Babel”), Y (por añadido) UNA TORRE, es decir, el zigurat de Marduk. El nombre, lo que los haría famosos, el Shem, no es un cohete, sino precisamente la fama por si algún día se perdiese la unidad cultural y todo se fuese al traste. Para ser recordados.
Si aún no está convencido, sigamos examinando detalles. Para hacer tal obra de ingeniería, es decir, la ciudad, el zigurat y ese pedazo de cohete que ya quisiera para sí el capitán Kirk, lo mejor es obrar así:
Génesis 11:3
“Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego”
¿Y el aluminio, el acero, el titanio?. ¿Y los componentes electrónicos?. ¿Y el combustible?. Con algo volaría la máquina, ¿no?. ¡Un cohete de ladrillos!.
Y ahora pasamos al origen y etimología de “shem” (“nombre”) y “mu”, lo mismo pero en lenguas sumeria y, en este caso, asiria/babilónica. Retal procedente del Enuma Elish:
El relato nos cuenta la soberbia y pretensión de unos hombres que quisieron hacerse famosos, fabricarse un “nombre”. Pero Sitchin va más allá y trata de persuadir al lector de que el término hebreo usado, “shem”, no era más que un ¡cohete! de varias fases, y no un “nombre”. Para ello, recurre a los orígenes de la palabra, que deriva del “sham” acadio (“nombre”) y del “mu” sumerio. Una vez llegados a ese punto, Sitchin establece que el pictograma sumerio originario se parecía a una cápsula espacial y que la palabra realmente tenía la connotación de “aquello por lo que se le conoce a uno”.
Primeramente tenemos que detenernos en el pasaje bíblico para comprender bien lo que nos narra, con su típica fantasía:
Génesis 11:4
“Después dijeron: Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra”
El “hagámonos famosos”, o “hagámonos un nombre”, no tiene explicación para Sitchin. El factor vanidad humana parece no existir para él. Hacerse un nombre; hacerse famoso, gracias a la construcción de un gran zigurat: ese era el objetivo de los babilónicos con su megaconstrucción dedicada a Marduk. Ser una civilización magnífica. Y lo consiguieron, ¿o no?. Y eran tan odiados por los judíos debido al trato al que fueron sometidos, que nació la historia de una respuesta divina. Pero si tan sólo se trataba de una torre, se pregunta Sitchin:
“¿Por qué la deidad consideró el hacerse un nombre como una hazaña tras la cual nada de cuanto se propongan les será imposible hacer?”
Y pregunto yo:
“¿Por qué demonios hay que estimar real esa historia sobrenatural?”
Ni dios bajó, ni la torre evidentemente iba a tocar los cielos. Al final del Enuma Elish se narra la construcción del zigurat, y dado que los judíos se basaron en él para escribir parte de la Torah, ese final no era el más adecuado para un pueblo, el babilónico, considerado maldito.
Para los que aún no estén convencidos, baste observar ciertos detalles. Sitchin se pregunta para qué demonios iban a querer los obreros “poner un nombre sobre una torre”. Pero eso NO es lo que dice el relato. Veamos las diferencias:
SITCHIN
“Vamos a edificarnos una ciudad Y una torre cuya cúspide alcance los cielos, y hagámonos un shem (nave espacial) no sea que nos desperdiguemos por toda la faz de la tierra”
GÉNESIS
“Vamos a edificarnos una ciudad Y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre no sea que nos desperdiguemos por toda la faz de la tierra”
¿Quién habla de “poner un Shem SOBRE la torre”?. De lo que se habla, y Sitchin tergiversa, es de UNA CIUDAD (Babilonia, de la cual derivó “Babel”), Y (por añadido) UNA TORRE, es decir, el zigurat de Marduk. El nombre, lo que los haría famosos, el Shem, no es un cohete, sino precisamente la fama por si algún día se perdiese la unidad cultural y todo se fuese al traste. Para ser recordados.
Si aún no está convencido, sigamos examinando detalles. Para hacer tal obra de ingeniería, es decir, la ciudad, el zigurat y ese pedazo de cohete que ya quisiera para sí el capitán Kirk, lo mejor es obrar así:
Génesis 11:3
“Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego”
¿Y el aluminio, el acero, el titanio?. ¿Y los componentes electrónicos?. ¿Y el combustible?. Con algo volaría la máquina, ¿no?. ¡Un cohete de ladrillos!.
Y ahora pasamos al origen y etimología de “shem” (“nombre”) y “mu”, lo mismo pero en lenguas sumeria y, en este caso, asiria/babilónica. Retal procedente del Enuma Elish:
"Cuando arriba los cielos no tenían nombre..."
Cuya pronunciación en asirio es como sigue (convenciones aparte):
Enuma Elish la nabuu shamamu
Como vemos, el término "sham" tiene mucho que ver con "nombre", y no con "cohete".
3 Comments:
Muy acertada tu interpretación del texto bíblico, sin duda que el relato de Babel es una burla de los israelitas, desterrados en Babilonia, contra la ideología babilónica. También un estudioso como Severino Croatto coincide contigo(CROATTO, Severino. “El relato de la torre de Babel (Génesis 11: 1- 9). Bases para una nueva interpretación”, en ReBi Nº 62 (1996). Pp 65- 80).
Con todo respeto:
Muy superficial tu analisis, puede ser que sea algo delirante lo de Sitchin, pero si es asi vos no logras convencerme de eso. No haces más que devolverle el sentido original y oficial al tema. Los que ya sabemos que hay muchas mentiras y errores en la historia que nos cuentan buscamos otras cosas, ese es el quit de la cuestion. Probablemente Sitchin no sea para vos.
Saludos.
Amigo revatiente de Sitchin, creo que usted le debe un poco de respecto tanto a Zacharia como a las demas personas, viendo lo que postulas parece que no has leido sus obras, es lo primero que debes hacer antes de llenar de descredito la labor que a el le tomo gran parte de su vida, ademas si tantos estudios y eruditos de carrera aun no encuentrasn la forma de revatirlo quien es usted para tratar de contradecirlo???
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