miércoles, marzo 15, 2006

Escepticismo y politica

En los ultimos dias los asiduos a los blogs escépticos habrán comprobado que en éstos se están tocando temas de perfil político que a algunos les parecerán inapropiados dado que se presupone que en ellos los temas que deben tocarse han de estar estrictamente relacionados con la ciencia, la charlatanería y otras cuestiones afines. Yo personalmente considero una barbaridad ese debe, y ya hemos visto ejemplos de intentos de censura vía comentarios a las entradas de los bloggers.

Como cada uno puede escribir lo que le sale del alma en un blog, incluso sin ser periodista (o articulista, pero no de esos que tratan de amañar las encuestas de audiencia), no veo el por qué no pueden abarcarse estos temas y más teniendo en cuenta que los escépticos llevan, afortunadamente, la crítica en las venas.

He seguido de cerca el debate acerca de si debe aplicarse el escepticismo, o más bien su espíritu crítico, a la política, y me ha encantado la verdad. Algunos mantienen que no dada la lógica supuesta de que la política, como el fútbol, "se siente". Otros consideran esta actitud un error. Yo, sin pretender nadar entre dos aguas, entiendo ambas posturas.

Por una parte, coincido plenamente en que la política se siente. Es así para una gran parte de la población. Y para otra, también grande, o no tiene interés o es seguida con un ojo escéptico de gran envergadura. Hasta ahí bien. Son dos verdades relativas, e innegables.

Y si no, díganme ustedes si es posible ser escépticamente crítico y buscar la verdad en alguno de los siguientes ejemplos que voy a dar. ¿Debe intervenir el Estado en el mercado y no dejar que se autorregule, y si lo hace, hasta qué nivel?. ¿Es mejor ampliar la escuela pública y retirar la financiación a las privadas?. ¿Es legítimo que algunas comunidades autónomas se sientan a sí mismas como naciones con independencia de que lo sean constitucionalmente?. ¿Debe un gobierno serio aliarse con los más poderosos para sacar tajada o es preferible mantener la honorabilidad moral?.

Cualquiera de las preguntas anteriores y una batería de cien mil más son capaces por sí solas de abrir intensos debates, la mayoría de las veces acalorados. Así que, como decía, díganme ustedes si es posible aplicar el ojo crítico a ellas. El mío, mi ojo crítico, me dice que el Estado debe ejercer un control férreo del mercado como garantía para los ciudadanos y no dejar que sigan con esa parrochada que llaman autoregulación, que la escuela pública necesita esas inyecciones de pasta colectiva que se llevan las privadas, que Catalunya y Euskadi tienen todo el derecho a sentirse a sí mismas como naciones aunque no lo sean sobre el papel (hablo de sentimientos), y que prefiero ser un don nadie antes que lamerle el culo a un criminal como Bush. Por otra parte, el ojo crítico de Ángel Acebes es con toda seguridad equidistante del mío.

Ahora díganme como demonios cojo yo a Acebes y le insto a cambiar de opinión, aún sabiendo que tiene todo el derecho del mundo a expresar lo que siente. Aplicar ese "ojo crítico" del que hablamos ya no parece tan fácil, ¿verdad?. ¿Quizá tendría que elaborar un manifiesto y pedir firmas para evitar que este hombre, triste personaje de la política española, deje de ser cubierto por los medios de comunicación y se anulen sus apariciones públicas?.

Por otro lado, también soy partidario del espíritu crítico aplicado a la política. Pero desde una perspectiva bien distinta. Éste debe estar enfocado, a mi juicio, hacia la forma y los mecanismos empleados en el día a día político. Analizar los errores, ver la intencionalidad, comprobar la solvencia de los políticos, la calidad de sus respuestas. Cabe decir que los políticos no son tan tontos ni tan malvados como muchos los quieren ver; es obvio que algunos de los que critican sus actos ignoran que los cargos públicos cuentan con el asesoramiento experto (adjetivo no aplicable al político de turno) de comisiones, grupos y técnicos encargados de analizar en claro los problemas y sus soluciones. Y éstos son profesionales, en muchos casos científicos, y también personas.

Estos temas son dignos de coger con pinzas, ya que un par de párrafos cualesquiera dejan la absoluta ausencia de otros cuarenta de necesarias explicaciones que harían de cada entrada de blog un tratado de política. Creo que basta con asimilar que por suerte para la humanidad no existe el pensamiento único, y conviene ser conscientes de que cada vez que alguien ha querido reclamarlo para su uso han corrido sangre y lágrimas. Memoria histórica se le llama.

Una vez más, como ya he expresado otras veces, considero conveniente que cada cual tenga sus ideas y las manifieste libremente. La crítica ha de ser serena y jamás podemos caer en la tentación de censurar a los demás. Decía Sagan cuando hablaba de cómo algunos poderosos se oponían a ciertos cambios sociales, que éstos utilizan el argumento de que lo que se plantea es contrario a la naturaleza humana, "como si sólo hubiese una naturaleza humana".

Conviene recordarlo, una vez más. Y otra mañana.