sábado, octubre 29, 2005

Ni extraterrestres ni anunnakis (I de V)

El best-seller de Zecharia Sitchin “El 12º Planeta” está más vivo que nunca gracias a Internet, la red de redes. Se han formado ingentes cantidades de grupos de conversación en torno a su teoría, en una dinámica tan peligrosa que la mayoría de ellos han terminado no sólo aceptándola sino ampliándola sin miramiento alguno. Así, los “anunnaki” (supuestos extraterrestres que crearon al hombre) han pasado de vivir en Nibiru, el 12º Planeta de nuestro sistema solar (contando a la Luna), a ser originarios de las Pléyades, de terceras dimensiones “de amor” e incluso ¡¡de la Matrix!!. Asimismo, a la cronología presentada por Sitchin se han añadido otras que nos hablan de seres reptiloides, divinos y semidivinos, y toda una suerte de entidades biológicas inteligentes que no cabrían en diez enciclopedias como las de Tolkien.

Como la mayoría de los crédulos son como loros, es decir que repiten lo que oyen sin ni siquiera detenerse a analizarlo, se ha formado una gran mentira que recorre la red haciéndose cada vez más grande. Las teorías de Sitchin son criticables desde todos sus ángulos; el autor tan sólo necesitó coser sus mentiras con fina aguja al tejido de la auténtica historia ya desentrañada en su mayor parte por los expertos sumerólogos y arqueólogos. Separando ambas, y conociendo de antemano la historia pues, lo que nos queda es la mentira.

Este trabajo realiza un análisis en cierto modo riguroso de la obra “El 12º Planeta”, procurando en la medida de lo posible no entrar en demasiados detalles, sin duda necesarios no obstante para una perfecta comprensión del entorno histórico sobre el cual Sitchin desarrolló sus hipótesis. Todo aquello obviado puede encontrarse en lecturas adicionales de obras históricas.

Sitchin nos presenta al hombre como fruto de la manipulación genética de especies homínidas, por parte de los “anunnaki”, seres venidos de un planeta de nuestro sistema solar aún desconocido, orbitando el sol en una órbita cuyo punto más lejano estaría bastante más allá de Plutón. Tardaría 3.600 años en completar cada órbita. Cada vez que su astro natal está lo suficientemente cerca, los anunnaki viajarían hasta la tierra, razón por la cual las civilizaciones humanas han experimentados contados avances en saltos de 3.600 años.

La razón de su venida hace más de 400.000 años habría sido la búsqueda de oro para regenerar la dañada atmósfera de su planeta. Debido a retrasos en la extracción de este metal, los anunnaki habrían creado al hombre a partir de especies homínidas, parientes suyas debido a que en la formación de nuestro sistema solar el planeta Nibiru habría chocado con la Tierra contaminándose en dios sabe qué medida.

Todas las intervenciones consideradas divinas en los antiguos textos humanos como los Vedas, el Antiguo Testamento y otros, no serían más que relatos de la interactividad de estos seres con los hombres.

Para todo ello, Sitchin presenta pretendidas pruebas en forma precisamente de textos, en especial el Antiguo Testamento y otros sumerios y babilónicos/asirios como el “Enuma Elish”, conocida como “La Epopeya de la Creación”.

Este trabajo está basado en la edición española de la Editorial Obelisco, por lo que se requeriría tener a mano o bien su versión en papel o alguna electrónica de las que pululan por la red. Para facilitar la identificación de párrafos en estas últimas, se exponen textos parciales que pueden ser localizados con la utilidad “búsqueda” de cualquier editor de texto.


LOS SALTOS EVOLUTIVOS
En la página 18 se nos habla de la escasa actividad humana previa al 11.000 aC, para luego lanzar un enunciado retórico con evidentes alusiones a la llegada de los anunnaki debido a la cercanía de su planeta:

“Y luego, alrededor del 11.000 aC, el “Hombre pensante” volvió a aparecer con un nuevo vigor y con un inexplicablemente alto nivel cultural. Fue como si un entrenador invisible, viendo el vacilante partido de la humanidad, hubiera hecho entrar en el campo a todo un equipo de refresco, bien entrenado, para sustituir al equipo exhausto.”

La réplica a esta afirmación necesita tirar de lo que será una constante a lo largo de este trabajo: Sitchin no es tonto, ni retrasado, con lo cual conoce de sobra la respuesta a la situación mencionada. A quienes sí considera tontos es a sus lectores. Un pequeño vistazo a la historia nos saca de dudas: en aquella fecha terminó la última glaciación después de un lento proceso, el clima se templó y el hombre perdió a uno de sus grandes enemigos. Él mismo da una prueba tres páginas después, en la 21:

“Este abrupto cambio en el devenir de los asuntos humanos, ocurrido alrededor del 11.000 aC en Oriente Próximo (y alrededor de 2.000 años después en Europa) […]”

Si los anunnaki se hubiesen desplazado sobre caracoles, probablemente habrían tardado 2.000 años o más en llevar sus conocimientos de Oriente Próximo a Europa, pero ¿no iban a bordo de naves espaciales?. La respuesta a la incógnita del resurgir humano está, pues, en el fin de la última glaciación. Ésta comenzó hace unos 120.000 años y llegó a su término más o menos por aquellas fechas indicadas, 11.000 aC, 10.500 aC, o aún más recientes según qué versiones. En cualquier caso, los hielos se fueron retirando empezando por las latitudes más al sur, camino al norte.

Ello, unido a que la presencia humana en el creciente fértil mesopotámico era abrumadoramente mayor que en Europa, constituye otra prueba más del avance “natural” de las culturas de la zona y del por qué de ese anacronismo. De hecho, las tierras más altas estuvieron heladas durante bastante tiempo más. ¡Y aún hoy lo están!.

Sitchin alarga y acorta plazos a su antojo para colar al lector otra “revolución” allá por el 7.500 aC, y así completar un ciclo de 3.600 aproximadamente con respecto al 11.000 aC. Hoy se estima con aceptable precisión que la última glaciación terminó hacia el 10.500 aC en el hemisferio Sur, y hacia el 8.000 aC en el hemisferio Norte. Por lo tanto, no existen dos saltos (11.000 aC y 7.500 aC), sino un progresivo aumento de la actividad humana en ese período. El hombre comienza lentamente a hacerse sedentario, debido a que las laderas de las montañas desheladas manan semillas silvestres por doquier, las cuales aprende a seleccionar el hombre. Una vez vista la idoneidad de este estilo de vida, se domestican otras muchas especies animales. El clima era más cálido que el actual, pero se fue haciendo cada vez más suave hasta convertirse en algo parecido a lo que tenemos hoy. Asentamientos como el de Jericó dan fe de todo lo narrado.

Existe un poema sumerio que narra la llegada de los cereales de mano de los dioses, que los escondieron en las laderas de las montañas (“De cómo llegó el grano a Súmer”). Resulta estúpido pensar en traerlo para esconderlo en una montaña, ¡al menos podrían haberlo dejado en sus naves espaciales!. ¿No podían entrar en órbita, quizá, y por ello tenían que bajarlos?. Menudos extraterrestres. Los relatos antiguos nos cuentan, con altas dosis de misticismo y agradecimiento, los grandes eventos de la humanidad.

El hecho de que el Antiguo Testamento mencione este proceso no tiene nada de divino, sobrenatural o extraterrestre. El cerebro del hombre de aquellos tiempos no era como el de los peces de agua dulce, y por lo tanto guardaban la memoria. Y les convenía hacerlo.

Merece la pena recalcar que en las páginas 19 a 20 se nos mencionan los ríos descritos en el Génesis: Tigris y Eúfrates, y los otros dos no nombrados pero que eran el Pisón y el Guijón. Dice Sitchin que el Antiguo Testamento describe con precisión la ubicación de aquel “jardín”: al oriente de Israel. Evidentemente los judíos que escribieron el Génesis (mucho más tarde de lo que se cree, y en diferentes épocas), sabían del E.Din babilónico y el Dil.mun sumerio. No cabe duda alguna de que el Génesis es una recolección de relatos mesopotámicos, mal enlazados, y esa es una de las muchas verdades sobre las que Sitchin cose sus mentiras para darles halo de verdad.

Sin embargo, es preciso hablar de los dos ríos restantes, el Pisón y el Guijón. Del primero, el Génesis dice que rodeaba el país de “Javilá”, que algunos expertos creen que alude a Arabia. En cualquier caso, el segundo, el Guijón, “rodea al país de Kus”. Y Kus era precisamente como llamaban los egipcios a Etiopía, por lo que evidentemente se nos habla del Nilo. Es sabida la extrema relación de los egipcios con los semitas antiguos, demostrada ya por la historia. La concepción de los judíos, por lo tanto, era errónea, puesto que el Edén no era el centro del cual salían los grandes ríos conocidos. Pero esto Sitchin no lo menciona.

En lo referente al comienzo de la urbanización en Súmer hacia el 3.800 aC, decir que por aquel entonces la población humana alcanzaba a duras penas los 5 millones de habitantes. Las prósperas condiciones a orillas de los ríos (Súmer y Egipto) provocaron la necesidad no solo de fundar ciudades, sino también de establecer gobiernos. Es un proceso natural.

Los responsables de los saltos evolutivos humanos fueron las idóneas condiciones externas, no la llegada de extraterrestres.

miércoles, octubre 26, 2005

Combatiendo las egiptopatrañas (I de V)

Durante muchos años los cantamañanas y amigos del dinero fácil han ido lanzando increíbles teorías sobre la construcción de las pirámides, atribuyéndoselas tanto a antiguos habitantes de la Atlántida como a extraterrestres, pasando por las más variopintas sugerencias capaces de desarmar al más fantasioso de los amantes de los misterios.

Por regla general sustentan sus teorías en una serie de falsas pruebas cuyo desconocimiento previo por parte del lector le conduce inmediatamente creer en lo que se expone, sin entrar en análisis alguno.

Éste trabajo no goza de toda la precisión que se desearía, pero al fin al cabo no es un libro sino más bien un resumen tan escueto como suficiente para que quienes lo tengan a mano comprendan rápidamente de las artimañas de los vividores de los misterios, sin olvidar tampoco que obtendrán unas nociones históricas más que suficientes para no volver a dudar de la autoría humana de las pirámides.

ALGUNAS “PRUEBAS” FALSAS
Principalmente, los engañabobos tratan de hacer creer a sus lectores que no fue el faraón Keops, de la IV Dinastía, el constructor de la solemne Gran Pirámide. De esa forma, ni Kefrén ni Micerinos, que poseen sus otras dos pirámides respectivas que completan el conjunto presente en Gizeh, serían sus propios autores.

Cuando en 1837 el general Howard T. Vyse descubrió el “cartucho” de Keops en el interior de la Gran Pirámide, el asunto de la autoría quedó zanjado. Pero recientemente se ha usado la excusa de que el hallazgo fue un fraude, debido a que en una carta personal, Vyse se lamentaba de que no podía volver de Egipto con las manos vacías. Ahí empezaron las “sospechas”, es decir, ante una probabilidad, un hecho consumado. La historia de Vyse afirma que éste descubrió la existencia de una nueva cámara además de la primera, y que se abrió paso con dinamita. Una a una se descubrieron cuatro cámaras además de la primera. En la quinta, Vyse encontró el famoso cartucho de Jufu (Keops). Asimismo, en las restantes había jeroglíficos sobre la piedra, que daban a entender lo mismo, es decir que fue durante el mandato de Keops cuando se construyó.

Encontramos en Internet cosas como ésta: “Ya es casualidad que entre los millones de piedras de la Gran Pirámide el coronel Vyse diera con la que estaba marcada por los canteros con el nombre de Keops. Ya es casualidad que, de las cinco cámaras de descarga, sólo existieran inscripciones en las cuatro que descubriera Vyse y no en la que descubriera Davison. Y sobre todo, ya es casualidad que los antiguos egipcios tuvieran la premonición de adelantarse a su tiempo para usar al escribir el nombre de Keops una escritura, la hierática, que apareció ¡muchos siglos más tarde!, cuando decayó la escritura ideográfica, que ¡era la utilizada en las primeras dinastías! Y ya es casualidad que la escritura encontrada fuera hierática, exactamente igual a la expuesta ¡en la única obra que por aquella época trataba de la escritura antigua de Egipto!, titulada Materia Hieroglífica, aparecida en 1828. Ya es casualidad, en suma, que un error de ortografía realizado por el autor de esta obra, John Gardner Wilkinson, que representaba la letra "CH", de Chufú, con el signo "J" de Ra, también se viera reflejada en el cartucho de Keops encontrado por Vyse”.

Y como la estupidez no tiene límites, encontramos también lo siguiente: “Pero fue el orientalista norteamericano Zacarías Sitchin el que, definitivamente, llamó impostor a Vyse, que en su diario del día 27 de Enero de 1837 meses antes de su hallazgo, escribió que no podía volver a Inglaterra sin haber descubierto algo, porque el honor de la familia y el mucho dinero empleado no le dejaban otra opción”.

Tampoco escapan las concesiones a las leyendas y cuentos de la antigüedad:

“Un autor árabe del siglo XIV, Makrizi, refiriéndose a leyendas mucho más antiguas, escribió que el rey Surid Ben Sahluq tuvo un sueño que fue interpretado por los sacerdotes como presagio del Diluvio, haciendo construir las pirámides, en las que habría guardado inmensos tesoros y todas las ciencias conocidas en el pasado. Otro escritor, el Cadi el-Galil Abu Abd Allah Mohammed Ben Salamat el-Qodai, que no es poco, también narró que las pirámides se construyeron antes del Diluvio, puntualizando que la llegada de la desgracia que amenazaba la Tierra llegaría en el momento en que el Corazón del León se hallara en el primer minuto de la cabeza del Cangrejo, o sea, más de 5300 años a.C. Y otro historiador, también árabe, Abu'lRihan el-Biruni, escribió que las huellas del Diluvio y del nivel alcanzado por las aguas se distinguían todavía, antes de la desmantelación del revestimiento, notándose la marca o señal hacia la mitad de la altura de las pirámides”.

La realidad es que hay gente a la que le gusta creer en las leyendas. Sin embargo, no hacen caso a ninguna versión que implique la autoría de Keops. Vyse descubrió jeroglíficos en algunos de los más grandes bloques existentes en la Gran Pirámide. Habían sido pintados antes de ser colocados, ya que las líneas de nivelación usadas por los trabajadores quedan sobre ellos. Al ser estos bloques los más pesados e importantes, ni falta hace decir que es imposible que faraones posteriores lo añadiesen.

Uno de esos textos sobre la piedra dice: “¡Qué poderoso es el equipo de la Corona Blanca de Jnum-Jufuy!”. Aquí tenemos la segunda evidencia; no sólo los jeroglíficos no pudieron ser posteriores a la construcción (por las líneas de nivelación), sino que además atribuían ésta al período de Jufu (Keops). Estaban mucho más desgastados que las líneas, puesto que éstas se dibujaron en el momento de ser situadas, y los jeroglíficos, mucho antes y por lo tanto estuvieron expuestos a rozamientos y el sol durante su transporte. Otra inscripción dice “El en año 16 de reinado, primer mes del Ajet...”. Ahí tenemos una fecha cualquiera en el proceso, que lógicamente duró años. Ni una sola de las inscripciones tiene su continuación en otra piedra, lo que demuestra que se pintaron mucho antes de ser colocadas, cuando era indiferente si la piedra X ocuparía un lugar Y o Z.

¿Y si Vyse las había pintado por su cuenta y riesgo para fabricar el fraude?. La respuesta a esta pregunta es muy fácil. Si el egiptólogo obró así, no existirían determinados jeroglíficos “tapados” en parte por otras rocas. Son únicamente visibles a través del espacio de separación entre ambas piedras y lógicamente es imposible meter un pincel entre ambas.

Pero hay más. Se comenta que Vyse usó la obra Voyage de l’Arabie Pétrée que se publicó entre 1830 y 1833. Según los farsantes que inventan estas retorcidas historias, Vyse incluso cometió un error de la mencionada obra y, cuando fue corregido en ésta, él hizo lo mismo. ES MENTIRA. Vyse encontró los nombres Jnum-Jufuy y Horus Medyedu, pero en aquella época, incluso hasta muchos años después (ej. Materia Hieroglyphica), se creía que Jufu, Jnum-Jufuy y Horus Medyedu eran distintos gobernantes. ¿Por qué los egiptólogos no se basaron en la obra Voyage de l’Arabie Pétrée que, como Vyse, afirmaban que eran el mismo?. Porque ésta se publicó BAJO SUSCRIPCIÓN, y además EN PARÍS. No llegó a las manos del público experto hasta muchos años después.

¿Y qué pasó con los signos “cambiados” por Vyse al darse cuenta del error corregido por la publicación?. Pues sucede que la realidad es que Vyse usó los signos que vió en las cámaras, y éstos eran mucho más antiguos que los de la obra. No hubo tal signo corregido, sino que el de Vyse era mucho más arcaico y fue catalogado años después. Vyse, por tanto, DESCUBRIÓ nuevas formas de los signos. Menudo rollo inventado el de los sensacionalistas.

Y en cualquier caso, si Vyse hubiese copiado los signos del libro, ¿cómo demonios los pintó en los espacios en los reducidos espacios entre rocas?. ¿Desmontó la Gran Pirámide quizá?. Una cosa es que desconozcamos realmente como se llevaron a cabo las obras, y otra que la hiciesen los extraterrestres o dios sabe quién hace miles de años.

Junto a estas líneas podemos observar las escrituras encontradas en la 4ta y 5ta cámaras “de descarga”, que están a modo de pisos por encima de la cámara funeraria de Keops. Estos caracteres eran desconocidos por Vyse y por todos los egiptólogos de la época. Apenas habían pasado 15 años desde que Champollion había descifrado la escritura egipcia, por lo que la materia estaba aún en pañales. Las imágenes pertenecen a otros autores, a los que espero no moleste su difusión.

El nombre de Jufu no es más que un diminutivo del auténtico, que vendría a ser algo así como Jnum-Jufuy. El tercer símbolo del jeroglífico de la 4ta cámara, el que está dentro del cartucho o “bocadillo” y que expresa su nombre, es el carnero azul Jnum. Todo esto lo desconocían tanto Vyse como todos los egiptólogos, como se dijo antes.

Igualmente, entre las alusiones a equipos de trabajadores encontramos el signo “Nefer”, que era la marca que recibían los bloques de piedra sobre los que había caído el visto bueno. Este signo se descubrió en los años 60 en el complejo de Abu-Sir, que acaba de abrir sus puertas al público. Concretamente, en la tumba de Ptah-Sepses. Es decir, que un signo descubierto por Vyse en 1837 se vio confirmado ¡123! años después. ¿Cómo sabía pues Vyse de ello?. Es otra prueba de la inexistencia de fraude.



Junto a estas líneas, el signo correspondiente a “Nefer”.

Igualmente, tenemos la cámara funeraria de Keops, cuya imagen se adjunta. Este sarcófago no pudo ser introducido en la cámara, sino que tuvo que ser fabricado allí.







En esta última fotografía podemos contemplar la entrada, por la cual obviamente no cabía tamaño sarcófago. ¿Quizá lo fabricó Vyse?.

Descartada pues la teoría del fraude de Vyse, queda clara la autoría de Keops.

NOTA: Esta es una versión revisada del documento redactado por mí mismo, denominado "Las pirámides, obra humana", y que puede ser descargado por la red edonkey/emule.

martes, octubre 25, 2005

Reflexiones (de los martes)

En innumerables ocasiones, los creyentes en fenómenos poco-científicos (prefiero ese término a “pseudocientífico”), alaban abiertamente la postura de aquellos que logran gran atención mediática debido a su fama y/o contribución científica. Un caso lo tenemos en Stephen Hawking, que manifestó hace poco que “No estamos solos en el universo”.

“Y tal afirmación no la ha pronunciado ningún demente, ni personaje televisivo del típico programa freak”. Así reza en una noticia de http://www.aluzinformacion.com/. Es curioso, o gracioso, que cuando las tesis personales coinciden con lo que propugnan las gentes importantes se recurre a citarlos como ejemplo de garantía, y cuando no lo son o bien se ignoran o bien se lucha abiertamente contra ellas. Con Carl Sagan sucedió esto mismo, hasta el punto de haberse convertido en el auténtico demonio de los credófilos.

Excluyendo a los que viven de los misterios, aquellos que gustan de utilizar esta estrategia manifiestan su profunda ignorancia. Hawking, por ejemplo, no es la primera vez que expone esta idea. Ni tampoco es el único; de hecho, incluso el mismísimo Carl Sagan estaba seguro de ello aunque insistía siempre en que no podemos dar nada por sentado. Nuestra labor es investigar, contrastar y sacar conclusiones, nunca suponer.

Muchas de las batallas dialécticas relativas a la idoneidad o no de las condiciones para la vida en otros lugares del cosmos se basan en este mismo desconocimiento e ignorancia. Hablan algunos de que los “científicos” (esa estirpe malvada y poco inteligente) se equivocan cuando estiman poco probable la vida en entornos aparentemente hostiles, y argumentan en su contra que en nuestro mundo podemos encontrar pruebas de la adaptación de algunas especies a estos ecosistemas agresivos. Me hacen gracia estas afirmaciones, puesto que dudo que los iluminados hayan descendido a 6.000 metros de profundidad en el océano, donde algunas especies sobreviven a bajísimas temperaturas y sin luz solar aprovechándose de emanaciones termales subterráneas, o se hayan establecido en Río Tinto para comprobar que ciertos elementos vivos son capaces de perdurar consumiendo minerales los cuales en Marte encontrarían en un bufette libre. O que algunas bacterias se mantienen y reproducen en lugares cavernosos sin oxígeno, luz solar ni agua.

Todo esto, lo han leído en la prensa (poca), visto en TV (la de pago), o en la red. Y los que dedican sus vidas a estos experimentos son precisamente “científicos”. ¿De qué hablamos, entonces?. Pues hablamos de que se critica a la ciencia sin saber cuáles son realmente los argumento que esgrime ésta.. “Los científicos dicen…”, “Los científicos creen…”, frases oídas y leídas hasta el hartazgo. A veces parten de inicio en una posición defensiva ya que piensan que sus teorías son poco creíbles, y suponen que todo el mundo a su alrededor se va a mostrar en contra de ellas. Y el primer ataque, a la ciencia.

Esos terribles viajes espaciales (IV y último)

Después de las críticas recibidas por quienes llamaron a mi blog “basura” y lo calificaron de “inmundo” (el fenómeno es parecido al que se da con los pastores evangélicos norteamericanos y la teoría de la evolución), me propongo aclarar algunas cuestiones relativas al asunto de la fusión del hidrógeno como forma de propulsión para las naves estelares. Que conste que las críticas son bien recibidas, sí, pero resulta difícil viniendo de quienes mantienen que hay aliens en la tierra abduciendo al personal, y que ese hecho choca con lo expuesto en este blog por lo que ha de oponerse a él. Una evidencia matemática enfrentada a una suposición carente de pruebas.

Cada vez que añado un análisis, toco un fleco más pero se hace más pesado el blog y yo cometo más errores de precisión. De modo que terminaré esta serie, tras la demostración, argumentando que esto no es un tratado científico que tiene como objetivo ser presentado a alguna agencia espacial. Es simplemente, una reducción a la lógica (en lo posible), simplificación incluida.

Bueno, manos a la obra.

A grandes rasgos y salvando las demás formas que al fin y al cabo dan similar resultado, se trata de unir cuatro átomos de hidrógeno para producir uno de helio, que es precisamente lo que sucede en las estrellas. Repito, esto requiere más explicaciones, pero lo expuesto es válido. Cuando esto se da, se forma un núcleo de este mismo gas y alguna energía. Como todos sabemos, E =m·c2, por lo cual esa energía resultante es también masa que se pierde y precisamente, nuestro átomo de helio pesará menos que los cuatro de hidrógeno juntos.

Por cada átomo de hidrógeno, o mejor dicho por cada unidad de masa de hidrógeno, se transforman en energía 0,00725. Así, 1 kg de hidrógeno tiene una energía intrínseca de:

E = m · c2
E = 1 · 299.792.458 · 299.792.458 (¡¡aún no se poner superíndices en el blog!!)
E = 89.875.517.873.681.764

Pero, lo que se transforma en energía tan sólo es:

E = 0,00725 · 299.792.458 · 299.792.458
E = 651.597.504.584.192,789 julios

NOTA: Esta cifra la erré en anteriores entradas, no por falta de precisión sino porque creo que estimé un punto como una coma. Quienes revisaron los cálculos para criticar mi “inmundo” blog de “basura”, no se dieron cuenta, lo que demuestra que iban a criticar por criticar, y no al contraste de los datos. En cualquier caso, no voy a convertir mi blog en un foro de debate; para eso están otros campos en la red siempre y cuando en ellos se respete mínimamente a los demás.

Imaginemos Tenemos 5.000 kg de hidrógeno en nuestro tanque. La energía derivada de su fusión será de 3,26 x 10+18 (elevado a 18) julios, o lo que es lo mismo: 0,724 megatones, que es un tercio de la potencia destructiva de ¡¡todas las bombas lanzadas durante toda la 2ª Guerra Mundial juntasl!!. Nadie pretenderá almacenar ese monstruo de una sola vez y llevarlo en el culo… debemos ir consumiéndolo mientras generamos helio.

Resulta que como esa energía resultante la vamos a emplear para acelerar el helio, pues entonces la energía cinética final del gas será la misma que la obtenida siempre y cuando la eficiencia fuese del 100%.

NOTA: Las críticas fueron en la dirección de que esa eficiencia no es posible. Lo que yo pretendo mostrar aquí es un máximo, es decir, que en una caja de 1 metro de altura no cabe una caña de pescar de 4 que es lo que argumentan los magufines.

Así:

½ · 1 kg de helio · v2 = 0,00725 kg · c2
0,5 · v2 = 0,00725 · c2
0,5 · v2 = 651.597.504.584.192,789
v2 = 651.597.504.584.192,789 / 0,5
v2 = 1.303.195.009.168.385,578
v = raíz (1.303.195.009.168.385,578)
v = 36.099.792,37 m/s
v = 36.099,8 km/s

Que será la velocidad máxima del gas helio expulsado.

Vayamos a otro asunto. Diseñaremos una nave espacial extremadamente austera, porque a algunos no les han quedado claras las limitaciones de esta tecnología. Supongamos que somos grises de 1,2 m y tres de nosotros, sólo 3, viajarán en una nave espacial con forma de cubo alargado. Éste tiene una paredes de un grosor de 20 cm, y está realizado con materiales que impiden la tan temida radiación estelar, que mataría a cualquier ser vivo a bordo. Supongamos que la densidad relativa media de estos materiales es de 5.000 kg por m3, que es un número razonable teniendo en cuenta los 2.700 kg del aluminio y los 11.400 del plomo.

El espacio interior del ingenio es similar a la de un salón de estar de una casa pequeña: unos 13 m2 de superficie consistente en dos módulos de 1,5 metros de altura y otro inferior de 1m. Van uno sobre el otro, para así durante la aceleración disfrutar de gravedad artificial. En este último está el megaultrasuper reactor de fusión, que además es megaultrasuper comprimido. En los otros dos, que están por encima, tenemos la sección de sistemas y criogenización, y un laboratorio donde vamos a llevar a los abducidos para practicarles indecentes exámenes médicos. Hay material de todo tipo, incluido camas donde podremos hacerles el amor si nos apetece o el guión médico lo requiere.

En definidas cuentas: una nave espacial de locura, un ingenio increíble.

El volumen externo del módulo vital 1 será de 1,5 m x 4 m x 4 m = 24 m3, y el interno de 1,1 m x 3,6 m x 3,6 m = 14,256 m3. Así, restando ambos, tenemos la cantidad de material que es de 24 m3 – 14,256 m3 = 9,744 m3. Su peso total en vacío, por tanto, será de 9,744 m3 x 5.000 kg/m3 = 48.720 kg. Como son dos idénticos, pues 97.440 kg. Hasta las 100 toneladas, llegamos con el peso de ordenadores, cámaras de criogenización, demás sistemas, camas con colchones de látex, material quirúrgico e incluso preservativos cósmicos para prevenir sustos ante posibles compatibilidades genéticas. Debemos llevar 6.000 millones de ellos, porque vamos a terminar por abducir a todo el mundo y además en la tierra no los hay del tamaño adecuado.

El reactor ocupa todo el módulo inferior, cuyo peso es de: (1m x 4 m x 4 m) – (0,6m – 3,6m – 3,6 m) = 8,224 m3 y su peso de 41.120 kg. El reactor interior pesa lo justo para llegar a otras 100 toneladas.

Peso total del conjunto: 200 toneladas. Qué poco, ¿verdad?. Pues aún no hemos terminado, porque necesitamos un depósito de combustible y además lleno. Supongamos 5.000 kg de hidrógeno, y dado que en un m3 caben 0,073 kg, necesitaríamos 68,5 m3 para almacenarlo. Para no romper la estética de la nave y simplificar los cálculos, las dimensiones internas de tamaño depósito serían de 3,6 m x 3,6 m x 5,28m. Y el externo 4m x 4m x 5,68. Así, el volumen total de material para el depósito será de 22,4512 m3, con una masa de 112.256 kg. Con 5.000 kg de hidrógeno que lo llenen, pues 117.256 kg.

Pues todo el conjunto, es de 200 toneladas + 117,256 toneladas = 317,26 toneladas.

La velocidad final del aparato teniendo en cuenta que el combustible se gasta poco a poco es:

V = v inicial + fuerza empuje · log (masa inicial / (masa inicial – combustible gastado))

La fuerza de empuje en el espacio exterior es el producto de la masa del cohete x la aceleración. Suponemos ésta de 1g.

V = 0 + 3.109.148 · log(317.260 / (317.260 – 117.260)
V = 3.109.148 · log (1,5863)
V = 3.109.148 · 0,20038532423238686114549413551132
V = 623.027,63 m/s
V = 623 km/s aproximadamente, que está muy lejos de la del gas helio en sí.

Si la velocidad inicial es distinta de 0, habrá que sumarlas. Sin embargo, ¿podemos superar la velocidad del propio gas?. Matemáticamente sí, pero para ello el hidrógeno consumido debería aparecer misteriosamente en nuestro tanque al terminar su ciclo. Primera condición, pues, para superarla: ALCANZARLA. Con los números anteriores no hemos sido capaces de conseguirlo, ¿podremos afinar aún más?. Veamos.

Supongamos que vamos a lo bestia y a nuestra nave de 200 toneladas le metemos 3.000 toneladas de hidrógeno, no ya 5.000 kg sino 3 millones de kg. Calculemos el depósito, aunque su forma no importe y démosle morfología cúbica para simplificar. De los cálculos de volúmenes anteriores se desprende que éste sería un monstruo de 39.041.121,8, es decir casi 40 millones de toneladas.

Así, el peso total del conjunto será de 200 + 39.041.121,8 = 39.041.321,8 toneladas. Resolviendo la misma ecuación anterior, obtenemos una velocidad máxima de 1.303 km/s aproximadamente. Sigue sin valer, es muy baja, y tardaríamos más de 850.000 años en llegar a la estrella más cercana.

Ya ahora, ya por último, imaginemos que el hidrógeno va encerrado en algún tipo de depósito finísimo para reducir peso. Con un grosor de 1 cm y según los cálculos anteriores, ocuparía un volumen aproximado de 410.000 m3. Su masa, por tanto, 2.049.659 toneladas. Es decir, un 5% del anterior propuesto.

Un depósito que es un milagro, y aún así, la velocidad máxima será de 1.303 km/s nuevamente. Nada hombre, que no conseguimos una velocidad seria.

El problema, pues, está en QUE EL BAJO VOLUMEN DEL HIDRÓGENO IMPLICA GRANDES MASAS PARA ALMACENARLO. (Rectificación posterior: donde dice "el bajo volumen" debió decir "la baja densidad del hidrógeno"...)

Tiremos ahora por bajo, a ver qué conseguimos. 200 toneladas de la nave + 200 toneladas entre hidrógeno y depósito. El depósito, pues, de por ejemplo 40 m3 de dimensiones externas. Su grosor 1 cm. Por lo tanto, 7,84 m3 de material y unas 39 toneladas de peso. Dentro caben 572,32 kg de hidrógeno.

Peso total del conjunto, combustible incluido, 200 + 39 + 0,57232 = 239,57 toneladas. Y la velocidad máxima: 2,44 km/s. Joder. 454 millones de años para llegar a la estrella vecina.

En condiciones óptimas, por cada kg de hidrógeno que añadamos necesitamos 13,7 m3 de depósito para almacenarlo. Eso es el equivalente a un cubo con una capacidad interior de 2,4m de lados por otro tanto de altura.

Como estamos emberrechinados, vamos a mandar al ·$%·& a la nave espacial. Ahora lo que va a viajar entre las estrellas va a ser tan sólo el reactor, el hidrógeno, y su tanque. Y no queremos verlos más por aquí. Tenemos 3 millones de kg de este combustible y un depósito con una capacidad interna de 41.100.000 m3, es decir un cubo de aproximadamente 350m x 350m x 335,5m, donde cabrían 76 campos de fútbol como el del Real Madrid. El grosor de sus paredes es de 1cm y su masa en vacío, 23.590 toneladas. El reactor pesa 50 toneladas, con lo que el peso final es de 3.000 + 23.590 + 50 = 26.640 toneladas.

Con tales cálculos, la velocidad máxima ascendería a 12.840,7 km/s aproximadamente. Sigue sin ser suficiente… 86.000 años para llegar a la estrella más cercana. Y casi un millón para Zeta Retículo.

Otro problema que no he tocado aquí pero sí en otras entradas, es que cuando más velocidad imprimamos a la nave espacial, más masa tiene ésta y más energía se necesita para moverla, según los principios relativistas. Los cálculos anteriores sirven para velocidades relativamente bajas, nunca mejor dicho. Se usan para el cálculo de cohetes.

Pero supongamos que a una de las naves espaciales anteriormente tomadas como ejemplo, la de 39.041.321,8 toneladas con 3.000.000 de kg de hidrógeno a bordo, la vaciamos y necesitamos saber cuánta energía necesita para alcanzar una velocidad de 36.000 km/s. Que conste, que le hemos quitado el peso del combustible inclusive, lo que la sitúa en una situación de optimismo extremo. Sería algo así como pedirle la mano prestada a dios, y desde la distancia imprimirle energía de él sabrá de donde saldría.

La energía necesaria para ello es de 2,55757 x 10+25 (elevado a 25) julios, lo que traducido a kg de hidrógeno fusionados asciende a la friolera de 39.250.781.971 kg, es decir 13.000 veces más de los presentes en el depósito. 5.413.900.961.5 m3 de depósito, es decir un cubo de 1,75 km por cada lado y otro tanto de altura. Eso implica más masa, y más energía requerida, y se convierte en un círculo vicioso.

En lo que a mí respecta, en la práctica la fusión de hidrógeno es una tecnología vana para los viajes interestelares. Dentro de un sistema solar sí, pero para viajar más allá tendríamos que recurrir a otros tipos de fuentes de energía que también tienen sus respectivas limitaciones.

lunes, octubre 24, 2005

Andanzas de Alulim, el primer hombre civilizado, en el foro de THE SEIP

Hay CENSURA en el foro del SEIP. Decidí comprobarlo por mí mismo el pasado domingo 23 del presente mes de octubre. Mientras charlaba con algunos compañeros del chat #misteriosdetodoacien, me llegó la noticia de que Pedro Amorós, flamante presidente de esta intrigante asociación, había hecho correr el rumor de que el periodista de El Mundo, Javier Cavanilles, no se había presentado al juicio del famoso caso de la Parademanda.

Tras leer el artículo de Francisco Mañez, decidí por mi cuenta y riesgo comprobar la reacción de los foristas, especialmente l@s moderadores, si esta verdad salía a relucir.

De modo que me puse manos a la obra y ahora les presento las Andanzas de Alulim, el primer hombre civilizado, en el foro de THE SEIP. Espero que sea de su agrado.

Parto de la base de que los navegantes han podido leer los documentos en cuestión de la web de Editorial Bitácora. Pues con ellos en las manos digo… en el disco duro, tomo rumbo al SEIP, bueno, como no sabemos si es el o la pues THE SEIP, y me doy de alta en su foro con el nick mammamia.

23:09 horas, 10:03 pm según el parareloj de The Seip. Planto un post como una casa en el Foro General con el llamativo título “Y Cavanilles no acudió al juzgado” (1) y pongo las imágenes correspondientes (2). Ahora que lo pienso, hubiese bastado un link pero no se que paso, quizá ese aislamiento que sufro en esta jaula de Faraday que es mi casa no me hizo decantarme por la sencillez. Dos minutos después pido que no se me censure ya que el documento representa una prueba.

23:22 horas, 10:13 pm según el parareloj de The Seip. Me contesta una tal Nereia, preguntándome que qué quiero demostrar con eso (3). Dos minutos después le replico que probar que es una mentira que Cavanilles no se presentó. Luego discurre un pequeño interrogatorio en el que se me acusa de ser “de los detractores” hasta que veo desaparecer mi mensaje. Planto otro para preguntar por él. Lo han movido al hilo Otros Temas. No obstante, pregunto sin malicia alguna y me responde primero Nereia que en toco jocoso pregunta si no será que me lo han censurado (4).

23:41 horas, 10:34 pm según el parareloj de The Seip. Aparece en escena Cristina Candela y con gran arrogancia me dice que lo busque yo mismo, que se me da muy bien, ya que en una de las respuestas del “interrogatorio” contesté que había encontrado esa información buscando “psicofonías” en la red.

23:43 horas, 10:36 pm. Salta de nuevo Nereia con más pitorreo para con mi persona. Como le había contestado que NO creía que me lo hubiesen censurado, ya que me ser así me habrían avisado, me contesta que “Claro, llamándote al móvil” (5) . El trato ya comienza a ser desesperante.

23:44 horas. Ya son dos los posts míos movidos a Otros Temas. No es preocupante pero parece que alguien quiere deshacerse de la basura (6).

La desincronización relativista existente entre los relojes binarios y pararelojes, unido a que los posts no aparecen al instante, provoca un cruce de mensajes algo confuso. Ello me impide situar de forma cronológicamente correcta el nuevo post de Cristina Candela, en este Cuaderno de Bitácora, pero lo importante es el mensaje. En resumidas cuentas: referente a la censura, Cristina Candela me espeta o vomita que “Usted puede pensar lo que quiera. Nosotros haremos lo que creamos conveniente, y en ese sentido también incluimos nuestra censura” (7).

Acto seguido le contesto que mi intención no es insultar a nadie y que no voy a hacerlo, por lo que le pido explicaciones relativas (como los relojes) a si el simple hecho de manifestar mi inquietud en público va a tener como consecuencias la censura al más puro estilo de Alfredo Urdaci (8)

Justo entre ese tiempo y las 12:08 hora del parareloj y 0:15 según el de mi Windows, le envío un mensaje privado a Candela para camelármela (en el buen sentido, eh…) (9). Ya cameladita y como un flan sin duda por ese (según mi madre) indudable atractivo mío que se propaga como ondas por el aire, me responde que no pasa nada pero que el asunto es espinoso y no quieren hacer juicios paralelos, por lo que posponen la posibilidad de comentar el asunto hasta resolución judicial (10). Sin embargo, suceden dos cosas curiosísimas relacionadas con el tema.

La primera es que como Candela no contestaba pero estaba online, supuse que evitaba hablar conmigo. De modo que salí del foro, esperé un pequeño rato y al entrar encontré su privado y la respuesta en el hilo donde decía que las razones quedaron explicadas por medio de los PM. Creo que no sabía bien si banear, censurar o qué.

Así las cosas me dirijo a buscar precedentes y encuentro que los “juicios paralelos” sí son admitidos en The Seip, siempre y cuando el demonio sea Cavanilles, al que no conozco pero me gustaría conocer, dicho sea de paso. Gracias a un post de la propia Cristina Candela, del 16 de Septiembre, se ve el doble rasero que algunos foristas criticarían en respuesta a este último. (11). Y en respuesta a uno de éstos, concretamente “Envidioso”, Candela alega que harán lo que crean conveniente, que para eso es su cassssssa (imagino su pronunciación) (12).

Sigue mi Cuaderno de Bitácora.

0:24 horas. Posteo de nuevo y, con una elegancia de la que los moderadores de The Seip carecen (modestamente he de decirlo…) afirmo que respeto la decisión pero que cuando haya sentencia en firme, espero que pueda hablarse de ello tanto si ésta es a favor como en contra de Amorós (13). Cristina Candela me asegura que será así, que lo “tenga por seguro”.

0:27 horas. Candela edita mi mensaje y avisa de que ha sido borrado por las razones expuestas (14).

0:35 horas. Al final de todo ello, tengo una sensación extraña en la ingle, como si alguien me hubiese tocado más de lo debido y permitido, que es nada en un caso como el mío en el cual esas zonas están reservadas para su dueña y señora. De modo que me decido a exponer otro tema en el foro, y éste es precisamente el famoso CD de Autohipnosis que le mencioné a Cristina Candela por mensaje privado (15). En todo caso me muestro educado.

Como nadie contesta y el foro está vacío, decido irme a la cama, que ya era hora. A la mañana siguiente intento entrar al foro, pero han baneado mi IP (16). Como a listo no me gana nadie, quito el Emule donde tenía en descarga el CD de Autohipnosis sin las ondas esas raras, cierro la conexión y me conecto de nuevo. Mi IP es dinámica, de modo que me salto el baneo y voy directo a ver mis mensajes. Me los han borrado TODOS (17). Aunque no pueden verme, les aseguro que se me han saltado las lágrimas.

Ya para asegurarme completamente, acudo a ver si por casualidad aún andan mis hilos, y compruebo su borrado definitivo (18). Y más aún, miro todos los mensajes de Cristina Candela para ver si sus respuestas figuran en algún lugar, en un desesperado intento por confirmar lo evidente (19).

Es decir, que TODO lo que se habló sobre la Parademanda y el CD de Autohipnosis, fue borrado o bien de madrugada o bien de mañana. Así los foristas, a los que pedía su opinión, ni se enteraban.

Y colorín colorado…

domingo, octubre 23, 2005

Esos terribles viajes espaciales (III)

Para la resolución del problema del almacenaje de hidrógeno se han propuesto diversos ingenios, uno de los cuales consistiría en la estatocolectora. El principal inconveniente de esta alternativa es intrínseco al uso al que está destinada, que no es más que adquirir hidrógeno del espacio profundo para no tener que llevarlo a cuestas desde el punto de partida del viaje, y ello implica el elegir la fusión de hidrógeno como método de propulsión, con las limitaciones de velocidad ya expuestas en anteriores entradas.

En cualquier caso, a sugerencia de los lectores he decidido especular un poco con esta posibilidad. Primeramente, partamos de la base de que el hidrógeno está presente en el espacio a razón de aproximadamente 1 átomo por cada 5 centímetros cúbicos, excepto si atravesamos concentraciones de este gas donde la cantidad asciende a varios millones.

Un mol de hidrógeno pesa 1.01 gramos; es decir que un átomo de este elemento tiene una masa aproximada de 1,67 x 10-24 (elevado a -24) gramos. Dicho de otra forma, a razón de 1 átomo por cada 5 centímetros cúbicos, la estatocolectora necesita cubrir un área volumétrica en su viaje de 6.02 x 10+23 (elevado a 23) veces esos 5 cc.

Supongamos por un momento que todas las limitaciones de masa han sido subsanadas adecuadamente, y que el peso de la estatocolectora en la cabeza de la nave no es problema. Descartaremos inmediatamente el uso por algunos propuesto de enormes campos magnéticos para atraer átomos de hidrógeno más allá de la superficie de la boca del “aspirador”, y lo haremos por dos razones. La primera porque ello implicaría un gasto energético soberbio, y la segunda y peor, que se correría el riesgo de encontrar pequeñas composiciones de materia con una insistente tendencia a comportarse como lo haría un obús lanzado contra una tarrina de mantequilla.

Así las cosas, pues, nuestros cálculos deben ir encaminados en el sentido de que la nave espacial, estatocolectora a la cabeza por ejemplo, se mueve a una velocidad x cubriendo una distancia a través de la cual va integrando partículas de hidrógeno a un circuito que termina en el depósito de combustible.

Como existe un átomo de hidrógeno por cada 5 centímetros cúbicos, cada 0,05 m que avancemos habremos recolectado uno. Necesitamos 6.02 x 10+23 veces esa distancia para acumular un gramo, es decir, 30.100.000.000.000.000.000 km por gramo y cm2 de superficie de nuestra estatocolectora. Y ahora supongamos que ésta es un cono cuya parte más exterior tiene un diámetro de 100 m, es decir una estructura monstruosa. Aunque la forma es cónica lo que cuenta es la superficie de captación de la abertura principal, que será de 7.850 m2 o 78.500.000 cm2. Dividimos la distancia de viaje necesaria entre esta última superficie en cm para obtener la final a recorrer para acumular un gramo: 383.439.490.445,86 km. Esa distancia equivale 0,04 años luz… ¡sólo para un gramo!. Es decir, que para un kg tendremos que avanzar 40 años luz. Y lo peor de todo es que con esa cantidad sólo imprimiríamos a nuestra nave, en el mejor de los casos, 3,5 km/s, aún menos cuanto más rápido nos moviésemos ya.

Si la recolección de hidrógeno se hiciese en zonas de gran concentración de este gas, podríamos encontrarnos con auténticas gasolineras galácticas. Sin embargo, eso no nos salva de nuestro problema inicial con la velocidad máxima. ¿Qué mas da poder repostar y si no podremos dar más impulso a la nave por encima del límite de los 36.250 km/s que aporta la fusión de hidrógeno?. En la práctica, recolectar hidrógeno a lo largo del viaje no sirve para nada. Además, ¿qué harían unos alienígenas cuando no existiesen nubes de suficiente concentración en medio del trayecto a recorrer?. No tiene sentido ir de Madrid a una gasolinera de Moscú a repostar lo necesario para un viaje a Guadalajara.

Alcanzar la velocidad máxima sólo requeriría 43 días de aceleración continua. Durante ese tiempo sólo habríamos recorrido 0,7% de un año luz, y recolectado apenas 2 gramos de hidrógeno por varias toneladas consumidas.

Por otro lado, aunque lo descartamos en un principio, no es nada fácil construir una estatocolectora sin aumentar los requisitos energéticos. Bien por la creación de un campo magnético aspirador, o bien por el aumento de la masa del aparato. De la misma forma, el empleo de la primera solución debería ir encaminado más bien a proteger la integridad del aparato, que a permitir la entrada por la “boca” de partículas adyacentes que serían potencialmente peligrosas y destructivas.

En resumen, y a mi juicio, una estatocolectora sería un esfuerzo inútil aún a pesar de que ya lo era esta tecnología, de antemano, para los viajes espaciales.