martes, noviembre 01, 2005

Combatiendo las egiptopatrañas (II de V)

Es hora de entrar en el otro caballo de batalla esgrimido por los cantamañanas: la Estela del Inventario.

Es una estela de la dinastía XXVI que recoge un inventario de las estatuas del templo de Isis (XVIII Dinastía) de Gizeh. Su autor “figurado” es Keops, sin que sea él realmente, ya que sucede así en otros textos que honran a los faraones de las primeras dinastías. Sucede lo mismo en algunas estatuas, donde es Jufu el autor figurado. Evidentemente, éstas tampoco son más antiguas de lo que creemos, puesto que Jufu no pudo hacer una estatua honorando a un rey que no nacería hasta bastantes siglos después.

La estela comienza así:
"¡Que viva el Horus-Medyed rey del Alto y Bajo Egipto, Jufu, dotado de vida!, él encontró el Templo de Isis, Señora de las Pirámides, al lado del Templo de Hurun, en el noroeste del Templo de Osiris, Señor de Rosetau. Él construyó su pirámide al lado del templo de esta diosa y construyó la pirámide de la hija real Henutsen, al lado de este templo”.

Todo el revuelo armado se debe a la presencia de la “Señora de las Pirámides”, que ha sido identificada como la Gran Esfinge. Según algunos, de ser así, ésta sería anterior a las pirámides mismas. Sin embargo, uno de los objetos inventariados en la Estela del Inventario ES ESA SEÑORA DE LAS PIRÁMIDES, que no es más que una estatua de siete codos de altura (3,64 metros). Por lo tanto, no es la Esfinge la aludida, sino una figura de proporciones muchísimo más reducidas.

Asunto concluido, a menos que queramos creer que en el mencionado inventario a alguien se le olvidase catalogar la pequeña estatua.

Periodismo de sobremesa en el Caso de Los Villares

El caso de Los Villares (Jaén) llegó a hacerse famoso a raíz de la emisión del octavo capítulo de la serie de ¿documentales? Planeta Encantado, de JJ Benítez. Sin embargo, Iker Jiménez ya se le había adelantado al navarro en lo que a la investigación de campo se refiere. Y lo curioso de toda esta historia es cómo Benítez y Jiménez discrepan en lo fundamental. Veamos ambas versiones:

El 16 de Julio de 1996, según la versión de Iker, Dionisio Ávila andaba por los alrededores del pueblo jiennense cuando se encontró con un extraño artefacto “de forma semiesférica y su color plateado que reflejaba los rayos del sol”. (“Encuentros, la historia de los OVNIs en España”, Editorial EDAF).

“Repentinamente –continúa el relato de Iker en el mencionado libro- aparecieron en escena tres seres extraños vestidos con un mono plateado y ajustado, que parecían poseer rasgos asiáticos. […] Comenzó a retroceder monte abajo. El ese momento, lo que parecían ser los dos hombres y la mujer caminan junto a la nave, en la que aparecía grabado sobre el fuselaje un símbolo semejante a dos rectas, flanqueando un círculo bajo tres ventanas ahumadas, parecidas a los tradicionales ojos de buey de los barcos. Dionisio opta por escapar y es entonces cuando nota un impacto en el pecho. De aquel artefacto ha surgido un lucerillo en forma de guijarro redondeado, una piedra con símbolos que será vital en esta enrevesada historia”.

El 22 de Julio, llegan Iker Jiménez y Lorenzo Fernández a investigar el caso. Pero resulta que poco después, no sabemos cuánto, se gira una segunda visita en la que aparece el propio Benítez. Es entonces, y SÓLO entonces, cuando salen a la luz las piedras grabadas y “se da la circunstancia de que el escritor navarro cae en la cuenta de que los símbolos y sus proporciones son idénticos a los que él, el día del aterrizaje de Los Villares, se encontró de un modo grabados en un anillo que extrajo de las aguas del Sharm El Sheik, en el Mar Rojo”.

El libro que tengo en mis manos es una 2ª Edición que data de Junio de 2002, es decir dos años antes de que Benítez diese publicidad al caso en su Planeta Encantado. Pero hay otros detalles que no cuadran. Veamos.

Dionisio se encuentra una nave cuyas características principales son: forma semiesférica, el signo IOI grabado en el fuselaje, y tres ventanas ahumadas del tipo ojo de buey. Sin embargo, en Planeta Encantado, Benítez la describe así:

“Medía 3 o 4 metros de diámetro y presentaba una cúpula en lo alto. […] Dionisio decidió caminar hacia el aparato. Lo rodeó despacio observando atentamente. En la cúpula descubrió 6 ventanillas similares a los ojos de buey. El testigo estuvo muy cerca, quizá a medio metro de la nave.” (“Planeta Encantado”, capítulo 8 “El anillo de plata”).

Tal y como se puede comprobar si analizamos concienzudamente el relato, las versiones son sensiblemente distintas. Según Iker, pionero en la visita y que habló con Dionisio antes de la llegada de Benítez, el hombre vió un objeto semiesférico con tres ventanas tipo ojo de buey. El signo IOI estaba bajo ellas. Y según Benítez, Dionisio vió un objeto con una cúpula superior (para nada habla de una forma semiesférica del objeto, sino de la cúpula), con seis y no tres ojos de buey. Además, el grabado IOI estaría SOBRE la línea de las ventanas, y no bajo ellas. Según Iker Jiménez, Dionisio se asustó y trató de escapar. Y según Benítez, el protagonista no le hizo ascos a la idea de acercarse a la nave y rodearla (de asustado tenía poco), pensando incluso en tocarla. Igualmente, para Benítez Dionisio no tenía la menor idea de dónde había salido el “lucerillo” (para Iker, salió de la nave), y eso lo cuenta poniendo mucho énfasis de voz: “Súbitamente sin que el testigo supiera de dónde partió…”. Según Iker, el “lucerillo” golpeó a Dionisio en el pecho cuando éste trataba de escapar (¿no da uno la espalda a aquello de lo que quiere escapar?). Pero según Benítez, “El misterioso objeto fue a caer directamente a los pies del asombrado anciano”.

De la misma forma, según Iker los tres hombres embutidos en monos plateados caminaron junto a la nave. Y según Benítez, fue al terminar de rodear al aparato cuando, situado ya a unos 4 metros de distancia de ellos, Dionisio ve a los dos hombres y la mujer “de rasgos asiáticos” inmóviles junto a la nave, y no “caminando”. “Estaban alineados e inmóviles con la mirada fija hacia el testigo”, se dice en Planeta Encantado.

Discrepancias en la actitud del protagonista, en la forma de la nave (forma campanoide o semiesférica), en el número de ventanas, en la ubicación del aparentemente importante IOI, en la aparición del lucerillo. Demasiadas para creer en la historia y, en caso de tragársela, ¿en cuál de las dos?.
ACTUALIZACIÓN (2-11-2005)
También existe, entre otras, una versión igualmente distinta planteada por el investigador J.A. Caravaca, que podemos leer aquí. En ella, la perrita de Dionisio estuvo inmóvil a causa de un "collar transparente", se supone que colocado por los extraterrestres quién sabe cómo y cuando, y que desapareció al final de la historia cuando "Dionisio trató de separar el plástico del cristalito con la ayuda de un mechero, y tras aplicarle la llama al collar, éste se esfumo por completo en un denso humo". El ovni, por su parte, medía tres metros de diámetro por 1,5 de altura, a pesar de que los alienígenas debían rondar el metro setenta. Es decir, que debían viajar sentados o al menos haber sacado la cabeza por la ventana en pleno viaje. La forma del artefacto era campanoide, pero no tenía ni 3 ni 6 "ojos de buey", sino 4. No flotaba a escasos centímetros del suelo como afirmó Benítez en Planeta Encantado, sino que se sostenía gracias a unas pequeñas patas de unos 20 cm, que curiosamente habrían dejado unas huellas en el suelo de 9,5 cm x 1,5 cm. ¿No estuvo Benítez en Los Villares para comprobarlo?. Pues incluso recreó la historia en el lugar concreto. ¿Por qué dijo que la campana flotaba en el aire y no que se sostenía sobre unas patas?. Más asombroso todavía. Según Caravaca, Dionisio creyó ver unos finos cables que ¡unían el aparato a una torreta de alta tensión próxima al lugar!.
Por otra parte, no eran dos hombres y una mujer los alienígenas, sino dos mujeres y un hombre. El lucerillo no apareció "de la nada", sino que una de las mujeres le señaló con la mano derecha y, cuando parecía que el varón alienígena restante había desaparecido, vió materializarle el mismo. ¿No contó esa historia a Jiménez y Benítez?. Y lo curioso es que ya no hablamos de una piedra grabada, sino de varias según Caravaca. Dionisio se fijó en dos, que le parecieron las más curiosas. El que nos ocupa en las tres investigaciones, permaneció "cuatro meses caliente", y sin embargo, ni Jiménez ni Benítez, que lo tuvo en sus manos, destacaron este hecho.
Merece la pena recalcar que según Caravaca, hay muchos "lucerillos" sueltos por los alrededores de la zona del encuentro. Él mismo posee varios. Si tienen ustedes tiempo, acérquense a Los Villares y cojan siete u ocho: es gratis.
En el caso de Benítez, ha de saberse que en la segunda parte de Ricky B las "evidencias" le conducen directamente, de nuevo, a Tassili. Y así relaciona ese caso con el de Los Villares. Sobran las palabras.

Reflexiones (de los Martes)

Marte siempre ha estado en el candelero del maguferio. Aunque ya hace varias décadas que se dejó de creer que en el planeta rojo exista vida inteligente o animal, el asunto de la famosa “Cara de Marte” reavivó la llama de la locura de algunos que ven conspiraciones en todas partes.

Incluso hay webs dedicadas a encontrar estructuras en la Luna, Marte y cualquier cuerpo celeste fotografiado. Hangares, casas, fábricas y todo lo que indicase claramente la presencia pasada o presente de alguna civilización pensante.

Al parecer muchos olvidan que la famosa imagen de la “cara” fue puesta en circulación por la propia NASA, y no por algún trabajador descontento y seguro de una conspiración gubernamental al respecto. En su rectificación más actual, vemos lo que es una meseta que sin lugar a dudas refleja una estructura natural fácil de confundir cuando las bajas resoluciones y las sombras se alían.

Sin embargo, la moda magufa actual es denunciar que la NASA colorea las fotografías. Que Marte no es tan rojo, y si la institución norteamericana hace esto ha de tener algún tipo de intención oculta.

Obviamente, las imágenes en bruto no son en color. Ello supondría un aumento del tamaño de las imágenes (en información) y por ende, un menor número de transmitidas en un mismo plazo de tiempo. Esa y otras razones son la respuesta. En lugar de eso, la NASA prefiere interpretar las tonalidades de las instantáneas en base a un criterio lógico. Porque la lógica nos dice que Marte es rojo o, de lo contrario, entre mi telescopio y el planeta alguien ha debido poner un filtro kilométrico previsiblemente de cristal. Igualmente, el análisis de los minerales encontrados no deja lugar a dudas sobre su color.

Con Marte sucede como con la luna. Se dice que todo es un montaje, pero luego se recurre a las imágenes conseguidas para hablar de otras cosas. Así, el Spirit y el Opportunity han encontrado restos de muros, cabezas de toros que serían deidades marcianas, cúpulas, etc… Todo ello derivado del análisis de las mismas publicadas por la propia NASA, la que miente, encubre y mantiene una política de secretismo y manipulación. ¿Una suposición sobre una fotografía falsa no es una suposición falsa?.

En fin, Marte, cómo dejar de amarte. No sólo representas un intrigante pasado, y un hipotético fascinante futuro, sino también todo un misterio que no cede al paso de los años.