No existen, pero haberlos, haylos
Para un determinado sector de la prensa, la Policía reconoce la "existencia de cinco informes sobre ETA y el islamismo". Ese es el titular, que una vez puesto en la ensaladera y convenientemente aliñado es perfectamente válido para insinuar la existencia de la Conspiración del 11-M.
Esos documentos, no obstante, son informes que certifican la inexistencia de la conexión ETA-Al Qaeda propuesta. Como ésto es así, hay que echar mano del dragón del garaje. Y ese dragón dice que "existe" otra serie de papeles que afirma todo lo contrario, pero han sido misteriosamente sutraídos, o hechos desaparecer para siempre, por la mano negra de ZP y con la connivencia de un sector rojo de los Cuerpos de Seguridad del Estado.
Se trata, pues, de una serie de documentos que "nadie tiene", pero que algunos dijeron "haber visto", según fuentes del Partido Popular en declaraciones a El Confidencial. En resumen, nuestro dragón en el garaje son esos papeles misteriosos, la única prueba completamente fehaciente de la existencia de la Conspiración del 11-M. De las intenciones previas de Al-Qaeda, de sus reclamos de autoría y posteriores masacres como la de Londres, nada. En su lugar: pruebas hechas desaparecer y conjeturas del tipo "si pudo ser, fue".
Hasta aquí, bien. Tenemos una teoría conspiracionista cuyas pruebas desaparecieron. Tal y como ya expresé en la anterior entrada, ésto no se diferencia en nada del Caso Roswell. Me atrevería a decir, además, que este último presentaría en una comparación forzosa más visos de veracidad que el asunto del 11-M. Dados los testimonios y las pruebas, si tuviésemos que elegir obligatoriamente entre ambos y creer en uno Roswell sería la elección más lógica. Porque del ovni, o el globo mogul, o lo que fuese (algo sí que fue), sí quedan restos metidos en una caja de madera. De los papeles, ni rastro, aunque algunos "lo vieron". Como otros vieron a la Virgen, a un marciano en su lavadora o al Padre Eterno Yahvé fuu fuu.
Inventar que algo queda. Esta estrategia electoral está en marcha, a sabiendas de que las conspiraciones son del gusto de las masas aquí, en USA y en Pekín. Participan en ella, entre otros, El Mundo (el que dicen que pagó a Trashorras), el panfleto de feria La Razón, alguna televisión de forma más pausada y, cómo no, el Partido Popular. Tal y como ya sucedió en la etapa de González, cuando este sindicatillo de poca monta se reunió para tramar su táctica de derribo, confirmado por el propio Ansón. Detrás, el jaleo eclesiástico de los puritanillos defensores a ultranza de la familia (o lo que éstos entienden por ella, es decir Adán y Eva, padre trabajador, madre fregona y parejita de hijos vestidos con un esperpéntico uniforme), gente que juega a representar a víctimas del terrorismo pero que solo esconde aspiraciones políticas, y toda una piara que antes estaban mudos y ahora van de lo que tanto criticaban, de pancarteo.
Algunos creerán en esta chorrada de conspiración del 11-M como creen en otras de los más variados tipos, ya sean ufológicas o piramidales por ejemplo, pero esperemos que quienes mantienen asiduamente una actitud moderada y escéptica no caigan en ella puesto que ello significaría la existencia de un interés subyacente.
Ese rasero que usamos para criticar los maguferíos, debe aplicarse ahora también o algunos recibirán la justa crítica de parte del mundo "paranormalogo". Ahora ellos tienen la oportunidad de comprobar que tan serios somos los que nos autodenominamos escépticos.
Ese rasero que usamos para criticar los maguferíos, debe aplicarse ahora también o algunos recibirán la justa crítica de parte del mundo "paranormalogo". Ahora ellos tienen la oportunidad de comprobar que tan serios somos los que nos autodenominamos escépticos.