Salsa Rosa
Hace dos décadas y más, lo que podíamos ver en televisión acerca de temas paranormales y afines a esta temática eran simples programas que cumplían una serie de pautas de guión que resumo brevemente antes de reseñar la metamorfosis que ha sufrido nuestra programación.
a) Para marcar el rumbo, un presentador con tirón o, en su defecto, una presentadora de las guapas, que para eso estamos en una sociedad consumista ultravaronil.
b) Para aportar credibilidad, un sacerdote, también un médico.
c) Para convertir el asunto en algo medianamente interesante, algún autor experto en mentirología con varias obras publicadas.
d) Gente corriente con historias extremas que contar, por ejemplo un marciano en la lavadora o tres voluptuosas amantes extraterrestres ávidas de sexo nocturno.
Con esos ingredientes y un público elegido cuidadosamente se podía dar vida al plató y montar una historia de lo más interesante. Pero los tiempos cambian. Estamos en la sociedad del cotilleo y no en la de la información. O en la de la información del cotilleo, como queramos. Lo que importa es con quién se acuesta el vecino, o si los espaguettis le salen duros a la prima del peluquero de la vecina de María, que una vez tuvo la suerte de ver pasar de reojo por la calle al nuevo novio juvenil de la duquesa de Mestoyjartando.
Todos los medios sin excepción han renunciado vilmente a a la objetividad en determinadas franjas horarias, y se ha recompuesto la fórmula añadiéndole nuevos ingredientes para adaptar el producto a los nuevos tiempos. En este primer mundo que abusa del mp3 (de reggaeton machistoide, eso sí), de internet y de tanta tecnología maravillosa, presumimos de que no nos la mete doblá ni dios, de modo que hace falta integrar un pelín de escepticismo. En el cine los vampiros ya no son demonios salidos del mismísimo infierno sino una raza con determinadas particularidades genéticas, y los zombies no salen de sus tumbas sino que se transforman en sus hogares debido a la presencia de algún virus extraño. Pues en los platós de tv, lo mismo.
Un sacerdote no inspira ya demasiada confianza, y al doctor Cabeza estamos ya hartos de oírle decir cuatro cosas que parece que nadie escucha ni de resoplón. ¿Quién mejor, más preparado, más culto y de más garantías que un torero, un cantante o alguna que un buen día (para ella) se acostó con el famoso de turno?. Cualquiera que cumpla algunos de estos requisitos puede entrar a formar parte por un día de la nómina del programa que presenta Anthony Blake en Canal Sur.
Y es que Blake entra en el perfil de presentador suficiente. No hace gran cosa en él, pero le basta su propio carisma y prestigio. Prestigio de grandísimo ilusionista, eso sí, aunque alguna vez el hombre haya sufrido un percance menor como en el programa "Otra Dimensión" que hace años emitía Antena 3 donde falló su truco de tarot en vivo y en directo. Espacio, por otra parte, presentado o "conducido" en su día por Carmen Baños, otra guapa. ¡No falla!.
Los expertos en mentirología fichados para darle contenido al asunto han cambiado también. Ya pocos llevan a JJ Benítez a su programa. Ahora se lleva el modelo norteamericano. Llamas al tío más raro que conozcas que haya escrito algo sobre fantasmas, platillos volantes o la chica de la curva (por cierto, ¿quién se pararía a montar en su su coche a alguien así?). Si el tipo en cuestión tiene quince kilos de pelo repartidos por la testa, mejor. El público se tragará, o no, la historia pero lo realmente importante de todo ésto es que jamás de los jamases se dará cuenta (o eso creen ellos) de que la editorial del individuo en cuestión ha puesto algunos euros sobre el tapete para promocionar su obra. El programa es, pues, un mercado en toda regla, un tenderete de feria. Es por ello que Mauricio Schwarz llama a este fenómeno charlatanería mercantil organizada.
Presente usted su libro. ¿Tiene usted una obra?, ¡venga a Cuatro!. O a las incómodas sillas de la Cadena Ser. Por que te oigan hablar, cuatro duros, por que te vean la jeta, siete. Y luego tos pa casa y a esperar beneficios. Así funciona ésto.
Para alimentar el cotilleo puro y duro e interesar a esa parte del público que moja pan más bien poco tienen ustedes Salsa Rosa, el edredoning de Gran Hermano y las pataletas de los nenes de OT. Si quieren misterios le montamos el castillete ese con la bruja Lola y la que decía ser hija del Kennedy (supongo que no con la Marilyn, por esa belleza ausente lo digo), o también el programa del Blake donde tendrán ustedes a la peña de la taleguilla y también a esas señoritas que han pasado por varios catres y no precisamente acompañadas de fontaneros, albañiles y otros currantes varios. Les amenizará la velada Ricard Bru, el que antes rondaba por Flashback, otra genial idea Canal Sur y no se si demás autonómicas, programa al cual acudió una conciudadana mía para que mediante hipnosis la librasen de la odiosa manía de arrancarse el pelo de puro nerviosismo y en el cual tuvieron que aplicarle un chorro de spray sobre el casco porque no le sirvió de na la ¿terapia? alternativa. Claro que eso no se vio en la caja tonta. Como decía el Maki, ¿tiene betún bien negro?.
La gotita de escepticismo se la ponen, por ejemplo, Iker Jiménez con su falsa incredulidad o el cortito debate final del espacio de Blake. Como dice Mauricio Schwarz en su blog El Retorno de los charlatanes, el primero se hace el loco y pone cara de asombro, de nuevo recién llegado, cuando en sus libros y espacios radiofónicos ya ha llevado a los mismos mentirosillos con anterioridad. El segundo ya dije, cuela un debate que se va en un suspiro y del cual sólo se pueden sacar dos conclusiones: que hay gente que cree y gente que no. ¡Eso ya lo sabemos!. Pero a lo largo del programa nos han metido el Saratoga de costado incluyendo en el reparto a famosetes crédulos y asustadizos para convencernos de que hay fantasmones, que los hay, pero en el plató y no en el esperpéntico lugar que Ricard Bru ha elegido a tal efecto.
La tele es así. La prensa escrita también. Se cuenta lo que se quiere contar, se omiten detalles relevantes que pudieran dar al traste con la historia y punto. Si no te gusta, mandas un SMS al 7523 y lo dices, que estamos en democracia. 1,2€ más IVA y agárrate que luego no te despierte un sms publicitario con nocturnidad y alevosía. Si te duele que en una tv pública como Canal Sur se traten esos temas al más puro estilo mercantilista, te jodes. Al fin y al cabo, no puedes hacer nada por evitar que parte de tus impuestos directos e indirectos vayan a parar a la iglesia, o a financiar este tipo de aberración audiovisual. Falta palabra y voluntad de cumplir las promesas. Algunos hablaban en privado de suprimir este tipo de espacios del ente público, de meterle mano a las videncias, los tarots, etc... En agua de borrajas, humo electoral.
Pues así está el patio, ¿qué les voy a contar que no sepan?.
a) Para marcar el rumbo, un presentador con tirón o, en su defecto, una presentadora de las guapas, que para eso estamos en una sociedad consumista ultravaronil.
b) Para aportar credibilidad, un sacerdote, también un médico.
c) Para convertir el asunto en algo medianamente interesante, algún autor experto en mentirología con varias obras publicadas.
d) Gente corriente con historias extremas que contar, por ejemplo un marciano en la lavadora o tres voluptuosas amantes extraterrestres ávidas de sexo nocturno.
Con esos ingredientes y un público elegido cuidadosamente se podía dar vida al plató y montar una historia de lo más interesante. Pero los tiempos cambian. Estamos en la sociedad del cotilleo y no en la de la información. O en la de la información del cotilleo, como queramos. Lo que importa es con quién se acuesta el vecino, o si los espaguettis le salen duros a la prima del peluquero de la vecina de María, que una vez tuvo la suerte de ver pasar de reojo por la calle al nuevo novio juvenil de la duquesa de Mestoyjartando.
Todos los medios sin excepción han renunciado vilmente a a la objetividad en determinadas franjas horarias, y se ha recompuesto la fórmula añadiéndole nuevos ingredientes para adaptar el producto a los nuevos tiempos. En este primer mundo que abusa del mp3 (de reggaeton machistoide, eso sí), de internet y de tanta tecnología maravillosa, presumimos de que no nos la mete doblá ni dios, de modo que hace falta integrar un pelín de escepticismo. En el cine los vampiros ya no son demonios salidos del mismísimo infierno sino una raza con determinadas particularidades genéticas, y los zombies no salen de sus tumbas sino que se transforman en sus hogares debido a la presencia de algún virus extraño. Pues en los platós de tv, lo mismo.
Un sacerdote no inspira ya demasiada confianza, y al doctor Cabeza estamos ya hartos de oírle decir cuatro cosas que parece que nadie escucha ni de resoplón. ¿Quién mejor, más preparado, más culto y de más garantías que un torero, un cantante o alguna que un buen día (para ella) se acostó con el famoso de turno?. Cualquiera que cumpla algunos de estos requisitos puede entrar a formar parte por un día de la nómina del programa que presenta Anthony Blake en Canal Sur.
Y es que Blake entra en el perfil de presentador suficiente. No hace gran cosa en él, pero le basta su propio carisma y prestigio. Prestigio de grandísimo ilusionista, eso sí, aunque alguna vez el hombre haya sufrido un percance menor como en el programa "Otra Dimensión" que hace años emitía Antena 3 donde falló su truco de tarot en vivo y en directo. Espacio, por otra parte, presentado o "conducido" en su día por Carmen Baños, otra guapa. ¡No falla!.
Los expertos en mentirología fichados para darle contenido al asunto han cambiado también. Ya pocos llevan a JJ Benítez a su programa. Ahora se lleva el modelo norteamericano. Llamas al tío más raro que conozcas que haya escrito algo sobre fantasmas, platillos volantes o la chica de la curva (por cierto, ¿quién se pararía a montar en su su coche a alguien así?). Si el tipo en cuestión tiene quince kilos de pelo repartidos por la testa, mejor. El público se tragará, o no, la historia pero lo realmente importante de todo ésto es que jamás de los jamases se dará cuenta (o eso creen ellos) de que la editorial del individuo en cuestión ha puesto algunos euros sobre el tapete para promocionar su obra. El programa es, pues, un mercado en toda regla, un tenderete de feria. Es por ello que Mauricio Schwarz llama a este fenómeno charlatanería mercantil organizada.
Presente usted su libro. ¿Tiene usted una obra?, ¡venga a Cuatro!. O a las incómodas sillas de la Cadena Ser. Por que te oigan hablar, cuatro duros, por que te vean la jeta, siete. Y luego tos pa casa y a esperar beneficios. Así funciona ésto.
Para alimentar el cotilleo puro y duro e interesar a esa parte del público que moja pan más bien poco tienen ustedes Salsa Rosa, el edredoning de Gran Hermano y las pataletas de los nenes de OT. Si quieren misterios le montamos el castillete ese con la bruja Lola y la que decía ser hija del Kennedy (supongo que no con la Marilyn, por esa belleza ausente lo digo), o también el programa del Blake donde tendrán ustedes a la peña de la taleguilla y también a esas señoritas que han pasado por varios catres y no precisamente acompañadas de fontaneros, albañiles y otros currantes varios. Les amenizará la velada Ricard Bru, el que antes rondaba por Flashback, otra genial idea Canal Sur y no se si demás autonómicas, programa al cual acudió una conciudadana mía para que mediante hipnosis la librasen de la odiosa manía de arrancarse el pelo de puro nerviosismo y en el cual tuvieron que aplicarle un chorro de spray sobre el casco porque no le sirvió de na la ¿terapia? alternativa. Claro que eso no se vio en la caja tonta. Como decía el Maki, ¿tiene betún bien negro?.
La gotita de escepticismo se la ponen, por ejemplo, Iker Jiménez con su falsa incredulidad o el cortito debate final del espacio de Blake. Como dice Mauricio Schwarz en su blog El Retorno de los charlatanes, el primero se hace el loco y pone cara de asombro, de nuevo recién llegado, cuando en sus libros y espacios radiofónicos ya ha llevado a los mismos mentirosillos con anterioridad. El segundo ya dije, cuela un debate que se va en un suspiro y del cual sólo se pueden sacar dos conclusiones: que hay gente que cree y gente que no. ¡Eso ya lo sabemos!. Pero a lo largo del programa nos han metido el Saratoga de costado incluyendo en el reparto a famosetes crédulos y asustadizos para convencernos de que hay fantasmones, que los hay, pero en el plató y no en el esperpéntico lugar que Ricard Bru ha elegido a tal efecto.
La tele es así. La prensa escrita también. Se cuenta lo que se quiere contar, se omiten detalles relevantes que pudieran dar al traste con la historia y punto. Si no te gusta, mandas un SMS al 7523 y lo dices, que estamos en democracia. 1,2€ más IVA y agárrate que luego no te despierte un sms publicitario con nocturnidad y alevosía. Si te duele que en una tv pública como Canal Sur se traten esos temas al más puro estilo mercantilista, te jodes. Al fin y al cabo, no puedes hacer nada por evitar que parte de tus impuestos directos e indirectos vayan a parar a la iglesia, o a financiar este tipo de aberración audiovisual. Falta palabra y voluntad de cumplir las promesas. Algunos hablaban en privado de suprimir este tipo de espacios del ente público, de meterle mano a las videncias, los tarots, etc... En agua de borrajas, humo electoral.
Pues así está el patio, ¿qué les voy a contar que no sepan?.